17 de junio de 2015

El tren transamazónico Perú-Brasil












Oscar Muñiz


Brian Sweeney Fitzgerald, aventurero alemán del siglo XIX, el que pretendió unir varias cuencas de los ríos en la amazonia peruana con el propósito de acelerar la explotación del caucho. Se sirvió de la mano de obra de los nativos, de la complicidad de los gobernantes de la época, y del silencio de la historia.

Hoy nuevamente la historia se repite con el cuento del crecimiento y del desarrollo de la economía peruana, cuando sabemos que las razones no son únicamente estas, sino además geopolíticas, de exigencias del comercio exterior de los países emergentes como China y Brasil, y la necesidad de economías como la peruana que requiere de ingresos a costa de la depredación de sus recursos naturales y de su medio ambiente.

No es necesario afirmar que visto el panorama planteado por la instalación de una línea férrea en la amazonia, desde el punto de vista del conservadurismo ecológico razonable, este sea un escollo. Todo lo contrario. La visión en el mantenimiento de esta alternativa ecológica aboga en dicha dirección siempre y cuando se cumpla con las exigencias técnicas del derecho no solo legal sino también técnico.

Los asentamientos humanos después del trazo de la carretera Margina de la Selva, actualmente llamada Fernando Belaunde Terry, aparecieron fundamentalmente por efecto de la migración; es el caso del centro poblado Nuevo Cajamarca, al norte de la ciudad de Tarapoto, en el departamento de San Martin. De lo que más adolecía, desde su fundación, fue de servicios, como educación y salud. Estas aparecieron hasta después de varias décadas, desde su fundación. El flujo migratorio hacia la selva alta fue impulsado por la apertura de la carretera que une al departamento de San Martin con los departamentos de Amazonas, Cajamarca, La Libertad y Lambayeque.

Esta experiencia puede repetirse a lo largo del trazo ferroviario transamazónico, luego de poner en operación la línea férrea que una Brasil con el puerto de Bayovar en el departamento de Piura, ubicado en la costa norte del Pacifico peruano. No se puede dejar de lado el aislamiento y abandono de Iquitos, departamento por demás es estratégico, por contar con múltiples fronteras internacionales. Opiniones preocupantes de propios y extraños  también cuentan. Con el tren transamazonico su aislamiento se agudizaría.

Otra razón de preocupación son los derechos de los pueblos indígenas asentados a lo largo del trazo de la línea férrea. Conociendo la ambición de parte de los interesados, no sería nada novedoso que por privilegiar el ahorro y abaratar los costos, creen un nuevo problema nacional, a semejanza del creado por el gobierno militar de la primera etapa revolucionaria en la década de los 70, más específicamente en el departamento de Piura, con el cuento de la formación de un polo de desarrollo, el cual pensaron que serviría para el auge de la zona. Lo único que lograron fue el crecimiento poblacional, el cual paso de unos 300 mil habitantes a más de un millón de habitantes, en tan solo media década. Las graves consecuencias se concretaron cuando se produjo el fenómeno El Niño 1982-1983, proceso natural que dejo a la región de Tumbes-Piura en la inopia jamás vivida.

Una cosa es clara. Actualmente el desamparo y vulnerabilidad de los pueblos nativos amazónicos es evidente. Porque no tienen la ley de su lado, en cuanto a la tenencia de la tierra. Esas tierras no son reconocidas por el Estado peruano de propiedad de las comunidades indígenas, de ahí su vulnerabilidad. La otra razón es que al parecer el destino de la amazonia está marcado por la “modernidad”.  De acuerdo a esta premisa, lo poco que hoy poseen los pueblos amazónicos desaparecerá junto con ellos.

Estas dos razones son preocupantes, porque sabemos con la liviandad con que tratan estos temas los medios oficiales, por la ausencia de responsabilidad legal del Estado peruano y por la apabullante prepotencia del capital privado a la hora de hacerse aunque sea de los mendrugos de un mercado. No solo corren riesgo los pueblos amazónicos, si es que no se respetan sus derechos, también peligra la fauna, flora, en si la ecología en su conjunto. Sobre este punto, no estamos en contra, ni entorpecemos la “modernización”, eso sí, sostenemos los principios de un conservacionismo racional.

No siempre los interesados en estos megaproyectos cumplen con las leyes nacionales e internacionales, mas aun cuando son conscientes que los pueblos amazónicos no serán consultados.   


Información adicional


Usar el mapa de Comunidades Nativas con el de la portada, para visualizar a manera de una superposición de imágenes.  

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