Cuando uno tiene la oportunidad de viajar o visitar los pueblos de la Selva Salta y Baja del Perú, ve asombrado la inmensidad del bosque, y no encontrará dos zonas iguales. En la Selva Alta o Región San Martín, se encuentran asentados los Lamas, antiguo pueblo que supo adaptarse y sobrevivir el ingreso del hombre occidental. Pero también existen Comunidades Nativas (CCNN) como las del Bajo y Alto Naranjillo, Shimpuyacu, Alto Mayo, Dorado, Huacayacu, San Rafael, Soritor, en donde la introducción de tecnologías no adecuadas han logrado la paulatina desaparición de los conocimientos y tecnología tradicional. Por ejemplo el grupo Aguaruna, es una unidad étnica y cultural que posee un territorio común, lo mismo que un idioma y origen común; su organización social y económica se funda en la relación de parentesco, en la división del trabajo por sexo, por el aprovechamiento integral del bosque a través de la agricultura (rozo-tumba-quema), de la caza, pesca y recolección; la unidad familiar es la base de la producción económica. Este grupo étnico no tiene estratificación social ni económica.
Así como este grupo étnico, en la Selva peruana se encuentran asentadas las minorías étnicas que ocupan territorios delimitados por cada una de ellas, estimándose en más de mil CCNN compuestas por trece diferentes familias lingüísticas, siendo las más numerosa los aguarunas, campas-ashaningas y shipibos-conibos.
Estos grupos humanos se encuentran cansados de reclamar y denunciar las agresiones que sufren de parte del Estado peruano pero hasta el día de hoy nada han logrado obtener por la salud social y la tranquilidad de sus pobladores.
Hoy nuevamente una pretendida y seguramente bien armada tridentina se aglutina para robar la tranquilidad y la riqueza, de un poblador indefenso, aislado, sin posibilidades de reclamar lo que la naturaleza le ofrece, o sea los recursos naturales básicos de subsistencia. Este es el caso del grupo étnico al que se refiere Survival Internacional , la cual ve con preocupación lo que les podría suceder de seguir siendo el blanco de las injusticias y de los apetitos codiciosos de un grupo de políticos, funcionarios e inversionistas que arremeten una vez más con la explotación de petróleo y gas en la zona de la amazonia peruana.
La compañía petrolera PERENCO, se encuentra esperando la autorización del Ministerio de Energía y Minas para la construcción de un oleoducto de 207 Km .; lo mismo sucede con las compañías Repsol-YPF y ConocoPhillips, que intentan cubrir 454 Km . con líneas sísmicas para que les permita realizar sus prospecciones.
Frente a esta situación, Survival Internacional , presentó una carta a James Anaya, relator especial de la ONU , advirtiendo del potencial daño que se hacia a las tribus las cuales no tienen contacto con el mundo exterior; asimismo considera que el gobierno peruano se encontraría violando la legislación internacional.
Conocemos la realidad de los nativos de la Amazonia peruana , tenemos experiencia real y vivida en la zona del Inuya-Camisea, cuando efectuamos el estudio de inventario de recursos naturales y medio ambiente, y fuimos testigos presénciales de la agobiada existencia de los pobladores nativos de la zona en el pueblo de Sepahua, Kirigueti y otras.
Esta situación tiene una solución simple, pero los interesados en la expoliación de estas zonas imposibilitan la misma. Sino fijemos la atención en el significado de la ausencia de una política de desarrollo para estos grupos étnicos, peor aun, cuando no existe alternativa de desarrollo por la sencilla razón de que el Perú no tiene una política definida de desarrollo de carácter nacional.
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