Oscar Muñiz
Brian Sweeney Fitzgerald, aventurero alemán del siglo XIX, el
que pretendió unir varias cuencas de los ríos en la amazonia peruana con el
propósito de acelerar la explotación del caucho. Se sirvió de la mano de obra
de los nativos, de la complicidad de los gobernantes de la época, y del
silencio de la historia.
Hoy nuevamente la historia se repite con el cuento del
crecimiento y del desarrollo de la economía peruana, cuando sabemos que las
razones no son únicamente estas, sino además geopolíticas, de exigencias del
comercio exterior de los países emergentes como China y Brasil, y la necesidad
de economías como la peruana que requiere de ingresos a costa de la depredación
de sus recursos naturales y de su medio ambiente.
No es necesario afirmar que visto el panorama planteado por
la instalación de una línea férrea en la amazonia, desde el punto de vista del
conservadurismo ecológico razonable, este sea un escollo. Todo lo contrario. La
visión en el mantenimiento de esta alternativa ecológica aboga en dicha
dirección siempre y cuando se cumpla con las exigencias técnicas del derecho no
solo legal sino también técnico.
Los asentamientos humanos después del trazo de la carretera
Margina de la Selva, actualmente llamada Fernando Belaunde Terry, aparecieron
fundamentalmente por efecto de la migración; es el caso del centro poblado
Nuevo Cajamarca, al norte de la ciudad de Tarapoto, en el departamento de San
Martin. De lo que más adolecía, desde su fundación, fue de servicios, como
educación y salud. Estas aparecieron hasta después de varias décadas, desde su fundación.
El flujo migratorio hacia la selva alta fue impulsado por la apertura de la
carretera que une al departamento de San Martin con los departamentos de
Amazonas, Cajamarca, La Libertad y Lambayeque.
Esta experiencia puede repetirse a lo largo del trazo
ferroviario transamazónico, luego de poner en operación la línea férrea que una
Brasil con el puerto de Bayovar en el departamento de Piura, ubicado en la
costa norte del Pacifico peruano. No se puede dejar de lado el aislamiento y
abandono de Iquitos, departamento por demás es estratégico, por contar con múltiples
fronteras internacionales. Opiniones preocupantes de
propios y
extraños también cuentan. Con el tren transamazonico
su aislamiento se agudizaría.
Otra razón de preocupación son los derechos de los pueblos
indígenas asentados a lo largo del trazo de la línea férrea. Conociendo la ambición
de parte de los interesados, no sería nada novedoso que por privilegiar el
ahorro y abaratar los costos, creen un nuevo problema nacional, a semejanza del
creado por el gobierno militar de la primera etapa revolucionaria en la década
de los 70, más específicamente en el departamento de Piura, con el cuento de la
formación de un polo de desarrollo, el cual pensaron que serviría para el auge
de la zona. Lo único que lograron fue el crecimiento poblacional, el cual paso
de unos 300 mil habitantes a más de un millón de habitantes, en tan solo media
década. Las graves consecuencias se concretaron cuando se produjo el fenómeno
El Niño 1982-1983, proceso natural que dejo a la región de Tumbes-Piura en la
inopia jamás vivida.
Una cosa es clara. Actualmente el desamparo y vulnerabilidad
de los pueblos nativos amazónicos es evidente. Porque no tienen la ley de su
lado, en cuanto a la tenencia de la tierra. Esas tierras no son reconocidas por
el Estado peruano de propiedad de las comunidades indígenas, de ahí su
vulnerabilidad. La otra razón es que al parecer el destino de la
amazonia está
marcado por la “modernidad”. De acuerdo
a esta premisa, lo poco que hoy poseen los pueblos amazónicos desaparecerá junto
con ellos.
Estas dos razones son preocupantes, porque sabemos con la
liviandad con que tratan estos temas los medios oficiales, por la ausencia de
responsabilidad legal del Estado peruano y por la apabullante prepotencia del
capital privado a la hora de hacerse aunque sea de los mendrugos de un mercado.
No solo corren riesgo los pueblos amazónicos, si es que no se respetan sus
derechos, también peligra la fauna, flora, en si la ecología en su conjunto.
Sobre este punto, no estamos en contra, ni entorpecemos la “modernización”, eso
sí, sostenemos los principios de un conservacionismo racional.
No siempre los interesados en estos megaproyectos cumplen
con las leyes nacionales e internacionales, mas aun cuando son conscientes que
los pueblos amazónicos no serán consultados.
Información adicional
Usar el mapa de Comunidades Nativas con el de la portada,
para visualizar a manera de una superposición de imágenes.