11 de diciembre de 2014

Antesala al informe final: La última palabra la tiene la COP20-Lima









Oscar Muñiz



Antes de que concluya la COP20-Lima, es importante el contexto internacional e interno en que se desarrollo el foro. Sin duda que los acontecimientos políticos internos de Perú son privativos del país pero no deja de sorprender, por decir lo menos, que una cosa es el protocolo y otra es respirar en un ambiente presionado por la política mediática.

Nuestro pesimismo sobre la contundencia del documento final de la COP20-Lima, se evidencia en que todo el problema gira en función de los daños por efecto invernadero, consignación no deleznable pero insuficiente. En el indicado documento final, como insumo para la COP21-Paris, debería figurar, además de los daños de procedencia físico-química, los hechos reales que son consecuencia de los problemas socio-económicos tales como la pobreza, corrupción, explotación de la niñez, tráfico de personas, derechos de las personas, derechos de los ancianos, entre otros.

Sin duda que la presencia del Secretario General de las Naciones Unidas en Lima, constituye un hecho palpable del compromiso de dicho organismo por la paz y bienestar en general de las personas en el mundo. Sin embargo contrasta con la presencia del Secretario de Estado de los Estados Unidos, como el otro plato de la balanza.

Sin una política integral de los países desarrollados es muy difícil que la actual situación, antesala al verdadero cambio climático, sea tan solo un buen deseo,  es una representación. Sin compromisos medibles y palpables, sin organicidad en el complejo mundo de las finanzas y de los intereses económicos, y sin voluntad por la erradicación de lacras como las guerras, la codicia de los políticos e industriales, el cambio climático y el calentamiento global nada habrá cambiado.

Esperamos que en esta oportunidad las evidencias del pésimo manejo sociopolítico no sea el presagio del desencanto. Las dos fuerzas que siguen creciendo a escala mundial son el terrorismo y el desprecio por las leyes del planeta Tierra. El mundo conoce que el totalitarismo no conduce al bienestar, pero el liberalismo económico a ultranza compite con este.


¡Buena suerte!   

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