Por
Oscar Muñiz
El
problema del cambio climático se puede abordar desde diferentes puntos de vista,
obviamente que las especialidades relacionadas con el clima son disciplinas que
se encuentran a la cabeza de este intrigante evento. Desde principios de la década
de los años 80 el medio ambiente ha calado profundamente no solo en las
disciplinas fácticas, también las disciplinas sociales han puesto su cuota para
su interpretación y medición de las consecuencias de dicho evento.
Las
ciencias económicas fue tal vez la herramienta que más se presto para
fundamentar e interpretar temas como el efecto invernadero, el cambio climático
o sobre los recursos naturales. Es así que no solo fuera fomentado por
organismos de reputación planetaria, sino también que se enriquecieron los
temas con enfoques académicos de propiedad intelectual de larga data. Esta no
es la oportunidad de señalar con especificidades, sin embargo podemos constatar
las implicancias que tuvo en la administración empresarial, en la sociología o
en el campo de la abogacía.
No es
raro que hoy, después de más de treinta años transcurridos desde el inicio de
esta aventura reivindicativa con la naturaleza, las fuerzas se han decantado en
dos grupos bien diferenciados. Aquellos que salen en defensa del medo ambiente,
la ecología y recursos naturales por la proximidad de una hecatombe ambiental;
el otro grupo que esgrime que los niveles de CO2 si bien reconocen su peligrosidad
argumentan que no existe evidencia alguna para elevar la alarma.
Cada
grupo dentro del campo de lo factico puede probar sus hipótesis, desarrollar
argumentos, todo dentro de los márgenes de las ciencias fácticas. El bombardeo,
por llamarlo de alguna manera a la incesante proliferación de información, nos
conlleva a formular la siguiente pregunta: ¿Existe un tercer actor en medio de
estas dos posiciones? Consideramos que sí. Este tercer actor es la política y
los políticos.
Se
afirma que el o los impulsores de la globalización fueron Milton Fridman y Bill
Clinton. El primero es un reputado economista, fue el que subyugo con la idea
nada menos que a Margaret Tatcher y Ronald Reagan, siendo la primera de los
nombrados la que incorporo muchas medidas económicas cuando ejerció el cargo de
Primer Ministro en Gran Bretaña. El segundo de los nombrados y a la vez
propagador de la globalización en los EUA, Bill Clinton, tuvo su brazo derecho,
All Gore, vicepresidente de los Estados Unidos de Norteamérica, y conspicuo
defensor del medio ambiente.
Este
es el inicio del hilo de la madeja, después vinieron los negocios que tenían entre
manos Bill y All, eran más grande de lo que imaginábamos pero no exceptuados de
razon, pues eran producto de la acción humana y científica que ayudaría a cambiar
la manera de producir los bienes y servicios, y ayudaría a los negocios a
implementarse y desarrollarse con nuevas tecnologías. Si bien esto es loable,
todo se hizo asumiendo una verdad a medias formándose de esta manera los dos
bloques que hoy son irreconciliables,
los cuales reseñamos en el tercer párrafo.
Pueden
existir dudas, como puede no existir certidumbre. Puede decirse que todo fue una
jugada esplendida de Bill y All, porque hasta el día de hoy los gobiernos
sucesivos de la ya conocida bipolaridad política estadounidense tienen reticencias
en su continuación. Lo que no se puede soslayar es que científicos que no
tienen nada que ver con la política ni con los políticos traten el tema climático
tal como se puede apreciar en dos artículos publicados y que ponemos a su
consideracion.
En el
artículo titulado ¿Por qué crece el hielo de la Antártida? Su autor Guy Williams,
sustenta que según la NASA, a finales de setiembre 2013, el hielo que rodea la Antártida tuvo
su máximo con 19’470,000 km2, un año antes fue de 19.44 millones de k2, lo que
significa un incremento del hielo de 30,000 km2.
WaltMeier , especialista en glaciares del Centro de
Vuelo Espacial Goddard-NASA, reconoce que esta medida es solo el 3.6 % superior
a la máxima media en el periodo 1981-2010. Los estudios sugieren que los
cambios en el hielo marino de la Antártida son causados por los vientos del oeste.
En
otro artículo titulado Veranos del Ártico libre de hielo para elaño 2013 , de Jonathan Amos, informa que en seis años
las aguas del Polo Norte podrían quedarse sin hielo, hace referencia que
algunas proyecciones anteriores subestimaron los procesos que desembocarían en
la pérdida del hielo, tesis del profesor Wieslaw Maslowski. En sus modelos,
Maslowski no incluye la reducción de hielo de 4.13 millones de km2 en el
conjunto de datos utilizados entre 1979 y 2004, como tampoco representaciones
realistas del movimiento del agua caliente hacia la cuenca del Ártico. Sin
embargo Maslowski defiende su trabajo con el hecho, según él, de la advención oceánica
y con el uso de modelos regionales para el Océano Ártico y el hielo marino, que
le permite obtener información realista por encima de la atmosfera y la zona
inferior del océano.
Por
lo tanto si bien se avanzo con las mediciones, cálculos y proyecciones, es también
cierto que para la gran mayoría de interesados las investigaciones e
investigadores no se encuentran sincronizados si de estar de acuerdo con la hecatombe
climática o no. Frente a estas diferencias de opinión mas vale precaver que
lamentar. Sin lugar a dudas los científicos no se ponen de acuerdo, aunque
existe la certidumbre de impedir que la política cope este tema.
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