Por Oscar Muñiz
El cultivo de la palma aceitera en la Selva Baja peruana, es una actividad
que pretende desarrollar las potencialidades agroindustriales y sociales en esa
región natural, como alternativa de desarrollo y como cultivo alternativo a
otros cultivos como el cacao, café.
El cuidado de los ecosistemas obedece no a un capricho, más
bien todo lo contrario, obedece al interés de mantenerlos lo más próximo al
momento antes de su intervención, con el propósito de obtener los beneficios físicos
y económicos en el horizonte más amplio del tiempo, lo que significa también que
sostenga a largo plazo las actividades de explotación de las riquezas
naturales, en este caso el recurso forestal, para así obtener un valor agregado,
dicho sea de paso, el cual es ínfimo frente a lo que a la naturaleza le costó
invertir durante millones de años. Con tal fin los interesados deberían no solo
cumplir con las leyes vigentes, sino también, con las indicaciones técnicas que
permiten el uso de los recursos autóctonos del bosque.
Existen dos tipos de emprendedores, que con su singular espíritu
hacen de su sustentación una aventura productiva con lo más elemental, aprovechándose
de las ventajas que su estatus les provee. En un extremo estan los que por necesidad para su supervivencia
hacen de la naturaleza un medio que les permita aplacar sus necesidades; en el
otro extremo, el que por codicia aprovecha sus ventajas para ir contra lo que
manda la ley natural y las normas técnico-juridicas. En ambos casos el daño que
provocan en los ecosistemas muchas veces son irreversibles, aunque de acuerdo a
los resultados los que hacen seda y
pabilo de lo elemental tengan todas las facilidades para evitarlo.
En el caso que nos ocupa, la producción e industrialización
de la palma aceitera , actividad que viene desarrollándose en la
Selva Baja de Perú, desde hace varias décadas, su implementación se define a sí
misma como un problema que origina alteraciones desfavorables o perdidas
cualitativas, como el empobrecimiento del recurso forestal. Las causas directas
son los procedimientos de explotación carentes de una adecuada administración del
recurso forestal. Como causas
indirectas, la falta de una adecuada planificación, integración y ordenamiento
administrativo de las actividades económicas del sector privado.
Existe la
imperiosa necesidad de un análisis de los problemas de conservación en función de
la base ecológica y socio-cultural, para determinar las causas, vinculaciones y
ramificaciones entre ellas.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, las plantaciones
de palma aceitera deben cumplir con dos requerimientos básicos para evitar
problemas en la conservación de los recursos, lo que quiere decir antes de su
implementacion. Primero, para un desarrollo armónico la industrialización debe
tener muy en cuenta la materia prima producida por el bosque; segundo, su ubicación o localización no debe
interferir con la clasificación de tierras aptas para actividad forestal. En el
caso que nos compete ninguno de los requisitos los satisface, pues destruye el
bosque original e introduce una especie ajena al bosque. Este reemplazo de
palma aceitera por industria forestal no tiene fundamento técnico alguno. En
cuanto a su rentabilidad y sustentabilidad económica es dudosa su ventaja.
Hace 39 años la Oficina Nacional Evaluación de Recursos
Naturales – ONERN, institución básica y comprometida con el desarrollo de Perú,
que contaba con los estudios a nivel total de la Selva y con la censilles que caracterizaba
su accionar, publico la siguiente verdad en Lineamientos de Política de Conservación
de los Recursos Naturales Renovables del Perú:
“El gran potencial forestal que existe actualmente en la
Selva del Perú se perderá irremediablemente en pocos años si no se dan los
pasos necesarios para adoptar un modelo que se adecue a nuestra realidad. Seria
esencial que se amplíen o complementen las actuales leyes generales y orgánicas
para que se adopten en sus lineamientos tales propósitos. Debe mirarse a la
Selva como una región con posibilidades de desarrollo agropecuario
complementarios a la actividad industrial. Para ello debería adoptarse una
política forestal mucho más positiva,
que tendría por fin promover el aprovechamiento de tierras aptas para la
forestación y la eliminación de las prácticas ineficientes de la explotación de
bosques. Enclavada dentro de un marco de amplia política de tierras, la nueva política
forestal deberá reconocer que la mayoría de las tierras selváticas son esencialmente
forestales debido a sus fuertes limitaciones ecológicas. Por ello, debe
propenderse a una ordenación estricta del uso de la tierra. Para las que entran
en la clasificación de tierras de aptitud forestal, debe reconocerse sus
valores como fuente de la materia prima para la industrialización y establecer
una positiva conciencia entre el pueblo y los organismos estatales a fin de
poder poner en ejecución los modelos prácticos
de manejo técnico forestal, que redundara en beneficio de todos” (ONERN 1974).
“En verdad, la formulación e implementación de tal política
es urgente y hay que recalcar que quedan pocos años antes de que sea difícil
sino imposible lograr una industrialización permanente en la Selva a base sus
bosques naturales. Dicha industrialización requiere grandes extensiones
contiguas de tierras con sus bosques originarios intactos y sus suelos
forestales sin empobrecimiento. No se puede pensar en la generación de una
industria con sus enormes requerimientos de capital cuando el potencial forestal
esencial a su desarrollo y sobrevivencia prácticamente haya desaparecido,
cuando las tierras que están disponibles para abastecerla con materia prima se
encuentren convertidas en pastos degradados, matorrales erosionados y purmas
compuestas solamente de especies de bajo valor y tronos pequeños, delgados o
malformados, sin árboles semilleros de elevada calidad genética para la
repoblación natural que es la base de la reforestación bajo un manejo técnico
avanzado. Si no se lleva a la práctica dicha política fundamental, tan solo se
conseguirá que las tierras no agrícolas permanecerán abandonadas o convertidas
en yermos sin ninguna esperanza de adelanto económico y social. Por esta razón,
es de capital importancia considerar una reorientación de la política y de los
programas actuales para el desarrollo de la Selva” (ONERN, 1974).
Sobre el mismo tema
Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales - ONERN,
Lineamientos de Política de Conservación de los Recursos Naturales Renovables
del Perú
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