Por Oscar Muñiz
En anterior oportunidad nos referimos al tema relacionado
entre los recursos naturales y la economía . En el artículo aparecido en YaleEnvironment 360: ¿Qué hay de malo en poner un precio a la naturaleza? -en ingles Yale Invironment 360: What’s wrong
with putting a Price on Nature?- se debe tenerse en cuenta tres aspectos que
son de vital importancia. Primero, que el autor toma como referencia los parámetros
económicos sobre la utilización de la biodiversidad, y claro, haciendo suya y
extrapolando la experiencia británica. Segundo, la experiencia del Perú sobre
la clasificación de tierras; por último el concepto sobre propiedad del suelo
en la evolución de las sociedades.
En el caso que comentamos sobre economía-precio de la naturaleza, para la corriente
conservacionista en asuntos ambientales, los recursos naturales son objeto de
“mira pero no los utilices”; para el utilitarista es “utiliza todo lo que
quieras hasta agotarlos”, y para la corriente conservacionista racional
“utiliza con inteligencia”.
En cualquiera de estos casos la economía doto de argumentos
que son utilizados y acondicionados para explicar el comportamiento del hombre
frente a la naturaleza, utilizando desde la teoría del equilibrio hasta el
análisis Costo/Beneficio.
El Perú ofrece un ejemplo de lo que se puede hacer. Antes de
1972 se utilizaba en el país la Clasificación de Tierras de los EEUU para los
estudios de suelos; luego de una decisión política, producto del esfuerzo de
profesionales y técnicos se elaboro la Clasificación de Tierras del Perú,
metodología adoptada en los estudios de clasificación de suelos. Un ejemplo de
su aplicación fue el estudio de suelos en los valles el Huallaga Central y Bajo
Mayo, en el departamento de San Martin, Selva Alta, área estudiada durante más
de tres décadas y en donde se implemento la clasificación de suelos en un
proyecto de planificación ambiental. Asimismo, desde 1976 el Perú, cuenta con
el Mapa Ecológico y su Guía Explicativa, que “muestra en toda su magnitud el
impresionante y complejo escenario ecológico del Perú” (ONERN, 1976).
Por último nada se podría entender en el campo de la
valoración de la propiedad del suelo, haciendo alusión a lo manifestado en el artículo
de Environmental 360, sino se tiene definido el concepto de las organizaciones
sociales, lo cual aunque parezca mentira, es el concepto histórico que nos
permite comprender porque el tema de la propiedad del suelo en Inglaterra no
funciono, y en el Perú fue todo lo contrario. Si no se cuenta con un criterio
consolidado de este aspecto corremos el riesgo de confundir el verdadero
basamento de la ecología, su valor y más aun los riesgos que existen
actualmente en la utilización indiscriminada de los recursos naturales.
En los últimos 30 años el Perú vio extinguirse el concepto
que hasta finales de los 80 del siglo XX se utilizaba sobre la lana de vicuña,
cuando un kilo de este bien representaba unos cuantos dólares, mientras que un
traje o abrigo en el mercado europeo era de miles de dólares. Los
conservacionistas pretendieron limitar su uso comercial de la lana de vicuña a
sabiendas de las condiciones de vida de sus productores, por lo general
campesinos de las alturas de los Andes peruanos.
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