Oscar Muñiz C.
Nadie podría sostener que lo bien ganado se debe censurar. Más
aún si lo ganado revierte a la sociedad desprotegida. Este es el caso de los
nativos amazónicos, sean estos nómades o no.
Soy testigo presencial, desde 1982, de las condiciones de
vida de algunos grupos étnicos de la amazonia peruana, tanto en el departamento
(región) San Martin, como los grupos étnicos en la zona central del Perú
especialmente en el Camisea, departamento (región) Cusco, más específicamente entre los ríos Inuya
y Camisea, que son afluentes del rio Urubamba, zona en donde la Shell exploraba
petróleo pero se topó con gas.
Las condiciones de vida de estos grupos humanos son en
muchos casos deplorables, no porque ellos lo hayan decidido así. Son producto
de la explotación de los colonos, interventores o simplemente del hombre
occidental. La vida que llevan está ligada al bosque hasta que colonos,
exploradores deshumanizados, criollos, curas, civiles agrupados y
representantes del Estado (policías, políticos, autoridades) irrumpen en su
vida hasta llegar a su desaparición u absorción.
La secularización no es su salvación para estos grupos
étnicos. In situ lo verificamos.
Debo decir en lo que me concierne, que los suelos en la zona
del Camisea tienen las siguientes características: las tierras son aptas para
cultivos intensivos, no tiene mayores limitaciones, son de muy buena fertilidad
y productividad. También existen tierras apropiadas para implementar una
agricultura en base a cultivos permanentes y forestales. Como también hay
presencia de tierras de aptitud limitada para fines agrícolas, tierras
marginales y tierras no aptas para la agricultura o explotación del recurso
forestal.
Según una organización no gubernamental de prestigio indica el
riesgo que en la actualidad se encuentran los pueblos aislados ubicados entre
Puerto Esperanza y la carretera interoceánica que conecta con la amazonia
brasileña.
El promotor de la absorción-desaparición de los pueblos
aislados como son los mashco-piros, los chitonahuas, los mastanahuas y los
sapanawas, es el cura Miguel Piovesan, quien sostiene “No aceptamos la idea del
aislamiento (en negrita es nuestro)
como un deseo natural de ellos. No lo comprobamos. Son entelequias de quienes
solo conocen a los pueblos indígenas de vista o por investigaciones basadas en
hipótesis que nunca se comprueban en el campo”.
Frente a esta andanada de barbaridades, Emilio Montes, presidente de la organización indígena Federación de Comunidades Nativas del rio Purús-FECONAPU, en Puerto Esperanza dijo: “Sobre la carretera no aceptamos ese tipo de proyectos, los rechazamos tajantemente. Por los motivos: a los indígenas no benefician, sino más bien a los madereros, mineros y petroleros ilegales, y también a los narcotraficantes, atenta contra la vida de nuestros hermanos aislados, como los mashco-piros. Es la depredación de nuestros recursos naturales como flora y fauna. Más bien que nos respeten nuestro territorio ancestral. Necesitamos otro tipo de desarrollo con manejo sostenible de nuestros recursos, para así vivir con vida plena, también para nuestro futuro”.
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