Oscar Muñiz
El problema de los pueblos indígenas va más allá de las fronteras de los propios países
como Perú y Brasil. Existen organizaciones civiles que defendemos los derechos
de estos grupos humanos por su situación de abandono, vulnerabilidad y
desamparo en que se encuentran especialmente en la zona amazónica.
El caso peruano es extremo. Mientras los políticos de turno
se esmeran en presentar una postura lo más coherente en defensa de los pueblos
indígenas, cuando se trata de inversiones en la amazonia, simplemente voltean
la cara para otro lugar, siendo los primeros en esquivar su
responsabilidad.
El director de una
organización por la defensa de los pueblos indígenas expreso recientemente, “En
Perú, donde los últimos avistamientos de indígenas aislados mashco-piros ocupan titulares
informativos desde hace semanas, la organización de indígenas amazónicos
peruana AIDESEP y numerosos grupos indígenas más pequeños también han emitido un comunicado en respuesta al editorial
de Science, en el que declaran rechazar “cualquier
pretensión o acto, venga de quien venga, que busque imponer una forma de vida
que nuestros hermanos en aislamiento y contacto inicial rechazan.”
El mirar con responsabilidad este problema, no hace ni más ni menos a las
personas especialmente a los peruanos. Esta óptica proviene de la misma
experiencia nacional. No olvidemos que en algún momento de su historia el Perú fue un pueblo conquistado. El caso peruano es
mucho más trágico, porque el conquistador quiso exterminar todo vestigio de la
cultura inca. Sin embargo, es el pueblo peruano el primero en darles a los
pueblos nativos la espalda.
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